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Yebra, un ser mitlógico

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Yebra, un ser mitlógico  Empty Yebra, un ser mitlógico

Mensaje  fede Jue Dic 01, 2011 8:26 pm

La historia de este ser revolucionario de tendencias políticas que dependen del estado del tiempo meteorológico y que oscilan entre el capitalismo más salvaje y el comunismo más exacerbado comienzan en algún momento. No se sabe muy bien su edad biológica pues es un personaje un tanto extraño. Sus huesos están deformes ya que es medio humano y medio cabra. Pero, ¿cómo es posible? Los científicos se preguntan de qué modo surge este engendro de la naturaleza. Tras mirar en diversas fuentes acerca de los actos zoofílicos en determinados colectivos de individuos de la historia de la humanidad, se pudo hallar las andaduras de este tremendísimo personaje.
La historia de su nacimiento de enmarca en mitad de un polígono mágico-gitano, donde una cantidad de homos yeti considerable murió debido a una guerra civil que estallo porque un miembro de la tribu de los chanses robó unos calzoncillo de un tenderete perteneciente a uno de los miembros de la tribu de los Jonis. Del conflicto armado, en el que murieron dos homos yeti y un animal llamado pseudogato, emanaron nuevas enfermedades desconocidas por la humanidad de las cuales eran portadores los gitanos…. Y el puto pseudogato.
La población masculina de chanses y de jonis disminuyo terriblemente hasta el punto de que las mujeres yeti mantenían relaciones sexuales con los pomos de las puertas, las distintas frutas y verduras de forma alargada y los diversos animalillos que poblaban la zona urbana y periurbana. Ratas, burros, ponis de antimateria y pollos asados hacían las delicias de las mujeres más desesperadas, que pasaban horas y horas estimulando sus zonas erógenas. Tal fue la conducta lasciva de las mujeres yeti, que todos los animales murieron de gonorrea, sífilis, asco o desesperación.
Debido a la extinción de los animalillos algunas mujeres yeti compulsivas decidieron que no podrían aguantar la situación. Necesitaban por tanto, migrar al campo donde cumplirían sus fantasías sexuales con los seres vivos de la zona. Una de las gitanas fijó sus ojos en una pacífica cabra solitaria. La pobrecita había sido abandonada por su pastorcillo y necesitaba refugio para la noche, a lo cual la mujer accedió sin ningún problema. Pasaron la noche debajo de un guindo donde el animalillo cautivo a la lasciva yeti con sus cantos sensuales y polifónicos.
Repentinamente, el animal torno su conducta y se abalanzó brutalmente hacia la mujer que no pudo ni quiso evitar la embestida sexual de la fiera. A los nueve meses del suceso la mujerzuela parió una especie de humanoide con tronco de yeti humanizado, patas de cabra y pinzas de cangrejo en las manos, de lo que se sospecha que hubo un tercer participante esa noche.
La mujer quería mucho a su hijito, al que crió en las más sanas costumbres como robar carteras, pegar puñaladas, quemar iglesias, cantar flamenco y votar al partido popular. El humanoide recorrió escenarios de todo el mundo con su cante jondo hasta que un día le estallaron las cuerdas vocales y se quedo mudo. Tal era su agobio existencial que decidió volver a sus conductas más naturales. Comenzó a ingerir hierba de los mejores pastos y a cagar todo el día para poder construirse una casa con sus propios excrementos. Tras dos semanas comiendo y cagando se construyó un templo a sí mismo y fundó su propia religión.
Una vez establecido en su templo de mierda anduvo varios años en la búsqueda del Dios que el mismo había creado con su privilegiada inteligencia. La Universidad de Harvard lo nombró doctor Honoris Causa por el alzamiento de estructuras arquitectónicas usando excrementos de su propia cosecha. Estimulado por sus grandes dotes arquitectónicas y movido por su grandioso corazón, vagó por su país mágico construyendo casas de mierda e todos los desamparados y desprotegidos.
Tal fue su fama y reconocimiento mundial, que no pudo evitar sumirse en una nube de narcisismo y euforia que tornaron su carrera de constructor de casas de mierda. Comenzó a llegar a las doce a su casa, poniendo en jaque a su mamá, a la que le gustaba arroparlo por la noche y cantarle la canción de los ponis de antimateria. La letra de dicha canción decía básicamente que si no te dormías en un plazo de tiempo exacto un poni de antimateria te invadiría y torturaría psicológicamente durante el resto de tus días. Esas palabras cantadas estimulaban la egocéntrica inteligencia que, por aquellos entonces, manejaba la famosa yebra.
Un día cualquiera conoció a un drogata cualquiera en una recóndita calle. La yebra, en su inocencia, desconocía las intenciones de aquel tipejo taquesico que le ofrecia chocolate. Nuestro goloso protagonista pensó que el camello era vendedor de tabletas de chocolate del LIDL. En esa ingenuidad absoluta aceptó comprar una bellota por un precio que le resultó un tanto excesivo para ser simplemente eso, chocolate. Cayó en las drogas y se fue a Monguiland a probar las monguis con sus nuevos amigos guays del polígono mágico. Debido a su adicción a las drogas perdió una pierna.
Cuentan las malas lenguas de sus amigos canis que un día estaban en el hotel tomándose unas monguis de buen rollete. En eso que la yebra decidió saltar por la ventana porque había un enano en la habitación que quería acabar con su vida. Sus amigos estaban to colgaos y ya no quedaba zumo de naranja que beber, por lo que saltó desde la ventana hacia una piscina que sólo existía en su imaginación. El rozamiento del aíre con su piel y el ostión patentado hicieron que la pobra criatura perdiese una pierna. Como no podía ser de otra forma, se fabricó una pierna ortopédica nueva tallando su propia mierda.
Los pastos de rica hierba larga, fresquita y verde empezaron a desaparecer, por lo que el animal comenzó a arrancarles los pelos del vello púbico a las ancianas que había por la calle y a asaltar geriátricos en busca de pelos púbicos maduritos. Su lucha actual se dirige a la legalización de las monguis en su mundo mágico y al combate contra su mayor enemigo, el cambio climático.
fede
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